No te engañes, las despedidas siempre duelen. Cada vez que se produce una, se siente un gran dolor. Y junto a él, una parte del corazón deja de latir para siempre como una especie de antiguo sacrilegio.
Una pequeña parte de ti que deja de latir y bombear sentimientos en honor a esa persona que un día tanto importo y que ahora ya no estará más «ahí».
Pero es entonces cuando te das cuenta que quizás esa pérdida sea necesaria para que esa otra persona encuentre a alguien diferente y especial, como es ella en realidad. Capaz de atrapar al mayor escéptico con tan solo una sonrisa.
Personas que esperas, confías y deseas no haber lastimado aún sabiendo que la propia partida implica un gran dolor. Personas a las que esperas haber impregnado tu propia esencia, del mismo modo en el que su fragancia se germinó en ti de por vida.
Personas que te ayudaron a recordaron un concepto que otras te hicieron olvidar: Confianza y lealtad.
APRENDER A SOLTAR
Personas que tienes que aprender a soltar como aquel niño que un día observo que el precioso globo que tenía anudado mediante un fino cordal a su dedo anular era mucho más feliz cuando surcaba los cielos del mundo.
Personas que con el paso del tiempo esperas con ilusión volver a encontrar cual bella, dulce y tierna casualidad. Personas a las que decides dedicar tus mejores palabras, desde la humildad de alguien que se aventura en el mundo de la escritura, escribiendo y describiendo sus sentimientos.
Combatir el apego
El dolor, el sufrimiento, incluso la tristeza que sentimos al desprendernos de una persona tiene que ver con el apego y nuestros sentimientos hacia el mismo.
Cuando una relación se termina, es necesario realizar un verdadero ejercicio de interiorización y centrarse en uno mismo para conseguir transformar esos sentimientos que se podrían definir como adversos, en sentimientos de aceptación, comprensión, serenidad y calma.
Recuerda: A veces en la vida es necesario soltar. ¡ASÍ QUE SUELTA!
Carlos Ramajo para –MiFaDeLoSu–
Pingback: ¿Es la persona adecuada? – Mi fábrica de (los) sueños
Pingback: La dificultad de decidir – Mi fábrica de (los) sueños
Me ha costado leerlo, me ha sido imposible contener las lágrimas. No tengo palabras…
Siempre estaré, como tú lo estás cada martes…
Vuela e ilumina, como solo tú, sabes hacerlo.
Gracias Reich28.
Sí, en ello estoy. Aprendí del mejor…
Gracias a ti.