¿Alguna vez has estado en un sitio el tiempo suficiente como para sentirte tú mismo? Me refiero a un lugar lejano al habitual, sitio donde vives, te desarrollas y todo el mundo te conoce o sabe de tu existencia.
Un lugar distinto al que nacemos o nos desarrollamos encorsetados por un entorno predeterminado y preconcebido que nos aprieta hasta ahogarnos sin dejar que seamos lo que hemos venido a ser: diferentes y libres.
Un lugar ajeno a todo y a todos, un espacio en el que puedes hacer algo tan sencillo como ponerte una prenda que jamas usarías en el lugar en el que vives habitualmente por el temido y absurdo miedo al que dirán.
Un lugar para olvidarte y que te olviden en el que ser un desconocido sea como una especie de capa mágica de invisibilidad que te permita no sentirte observado por nadie.
Un lugar donde tu comportamiento no esté en constante juicio por personas a las que conoces de un «simple vista» y realmente te importa muy poco – por no decir una mierda – lo que opinen de ti y tu forma de ser, ver o sentir el mundo, la vida en última instancia.
Un lugar en el que respirar libertad con cada bocanada de aire inspirado, sea una constante continuada en el tiempo. No la imagen o concepto desvirtuado e ilusorio que tenemos de la misma, sino una libertad plena ejercida con la mayor de las responsabilidades posibles siendo consecuente con las decisiones tomadas y sobretodo con los actos llevados a cabo, pero ejercidos desde una libertad real y absoluta.
Un lugar en el que sabes a ciencia cierta que no te cruzarás con el pasado porque todo es presente y futuro. Un pasado, del que desconoces su presente y el cual no te apetece rememorar en fugaces pero absurdos e incómodos cruces de camino.
Un lugar con la capacidad de ofrecer una nueva oportunidad, como una especie de segundo renacimiento sabiendo todo lo que sabes hasta el momento pero siendo de una vez por todas tú mismo. Sin disfraces que enmascaren o representen personajes acordes a lo que el resto espera o desea hallar.
Un lugar que posibilite un nuevo «lienzo en blanco» como elemento principal, donde ser uno mismo sea la obra a desarrollar. Una obra que plasme, o mejor dicho refleje, lo mejor de ti a través de tus verdaderos deseos y sentimientos más profundos, – en no pocas ocasiones ocultos – expuestos esta vez sin miedo ni temor ante el resto, sin importar lo que piensen de ti aquellos que son incapaces por falta de valentía de vivir en libertad y armonía.
Si algo he aprendido en base a la experiencia, porque son las sensaciones que se sienten tras vivir diferentes experiencias las que te ofrecen cierto conocimiento sobre la vida, es que no hay nada como sentirse libre en una sociedad que se empeña en marcar un único camino que todos debemos creer que elegimos libremente.
En la mayoría de los casos, esto se consigue alejándote de todo y cambiando de lugar de residencia pero desgraciadamente esto no suele ser posible ya que no en pocas ocasiones, al lugar en el que nos encontramos, nos atan ciertos compromisos como un puesto trabajo, unos hijos o una hipoteca, por no hablar del arraigo personal al lugar en el somos concebidos. Pero hay algo que si podemos hacer y que no implica tomar decisiones drásticas o imposibles. Tan solo hay que cambiar la actitud ante esos acontecimientos incómodos o desagradables. Si lo haces, si tan solo cambias tu actitud, te aseguro que tu vida y tu mundo cambiarán y lo harán para mejor.
No te vuelvas loco intentado desaparecer, tan solo cambia tu actitud. Es suficiente, créeme. Cambia un pensamiento y cambiarás una emoción. Modifica tu actitud y experimentarás una revolución de pensamientos que te acercarán a emociones positivas.
Carlos Ramajo para –MiFaDeLoSu–