Una día tuve la oportunidad de leer una frase que en un principio pasó desapercibida ante mi. Decía lo siguiente: «¿Y si un trozo de madera descubriera que es un violín?» Leída de forma rápida, parece simple e insignificante. Pero si te detienes y la analizas en profundidad, tendrás la oportunidad de comprobar que está repleta de valor.
Un simple trozo de madera convertido en algo tan bello como un violín ¿No es sorprendente? Magia, no. Tan solo es producto del trabajo y esfuerzo de una persona.
Realizando una metáfora, la madera de lo que un día llego a ser un árbol es como un niño cuando se ve alumbrado. «En bruto», la madera no es capaz de decir nada. Si alguien se preocupa de tallar ese fragmento y le da la forma correcta, puede llegar a convertirse en algo tan hermoso como un violín capaz de transmitir sentimientos.
Ahora bien, para conseguir esa transformación ese ser humano necesita saber darle la forma apropiada mediante la técnica adecuada: La talla. Tallar no es difícil, consiste básicamente en un proceso de desgaste y pulido. Hacerlo bien, no es tan sencillo. Para conseguir un buen producto se necesita tiempo observando y practicando la técnica. Con dedicación y esfuerzo el maestro tallador, conseguirá obtener la pieza deseada.
Imagina por un instante que eres como ese trozo de madera ¿Sabes quién es el único artista capaz de transformar la madera en un violín? Exacto. Eres la única persona capaz de convertirse a si misma en una obra que cuanto menos, merezca la pena indagar más en ella.
Única y exclusivamente depende de ti decidir que hacer con ese trozo de madera que te ha tocado en suerte. Hay quien decide dejar que ese material siga siendo un simple trozo de madera con el consiguiente deterioro o desgaste natural de los años. Pero también hay quien gracias al esfuerzo, la constancia y el sacrificio, decide transformar ese trozo en un hermoso, espectacular y bello violín.
Lo curioso de todo esto es que de cualquier trozo de madera se puede hacer un violín. La diferencia entre tú y un trozo de madera es que tú no tienes que esperar a que venga alguien que crea en ti y te de la forma adecuada. Tan solo tienes que ser tú, con la actitud adecuada, el artista que decide transformarse en algo realmente valioso. Tan solo tienes que visualizarlo primero, adquirir las herramientas necesarias para conseguirlo y finalmente ponerte a trabajar.