Llevamos unas semanas confinados y los días comienzan a sentirse un poco mas pesados, más difíciles. Máxime cuando hay niños por casa que no pueden canalizar la energía propia de la edad en los parques y calles. Al principio la situación era novedosa, incluso tenia su aquel. La misma se presentaba con cierta incredulidad por parte de todos nosotros y el factor novedad le daba cierto halo de interés.
¡15 días en casa y sin hacer nada! ¿Dónde hay que firmar? Pero la realidad es que no han sido tan solo 15 días. Ya llevas más de un mes y la apatía y la incertidumbre de la situación presente y futura comienzan a apoderarse de ti.
Pasado los primeros días de incredulidad, repletos de euforia alentada por el magnífico homenaje diario a los verdaderos héroes de esta pandemia desde los balcones, llegaron los propósitos del confinamiento cuales propósitos de año nuevo. Decidiste emular a tus instagramer predilectos y comenzaste una nueva actividad que desde las redes sociales de esos «influencers» se presentaba como la panacea a la pandemia.
La práctica de nuevas y diversas actividades físicas formaba ahora parte de tu nueva vida ¡Eras un influencer más! Eso sí, con agujetas. Por lo que decidiste que mejor te ejercitabas un poquito más tarde ya que tenías todo el día por delante y ninguna obligación como tal.
Poco a poco ese «»remoloneo», ese mejor un poco más tarde, se tradujo en retrasar la poca actividad física que tenías a lo largo de tu día a la tarde-noche. Y claro, cuando comienza a entra la noche… se hace como tarde para hacer deporte¿Verdad? Así que mejor lo dejamos para mañana diluyendose por completo cualquier vestigio de actividad física.
De modo que lo único que te mantenía equilibrado física, mental y emocionalmente permitiendo un descanso real, eficaz y necesario por las noches, deja de existir.
De remolonear a la apatía
En este momento entra a jugar la famosa apatía: La falta de interés. Cualquier cosa carece de interés que no sea ir de la cama a la cocina y de la cocina al sofá. Un circulo vicioso muy peligroso. El hastío y la apatía son las antesalas de la tristeza y la depresión. Estados emocionales a los que no estamos en absoluto acostumbrados ya que el frenético ritmo de vida que llevamos en circunstancias normales, no nos lo permiten.
Por este motivo tenemos que llevar a cabo unas pautas sencillas que harán que no caigamos en estos estamos emocionales tan peligrosos.
Cómo sobrevivir al confinamiento
El ser humano se ha caracterizado siempre por su capacidad de adaptación. De hecho, fue nuestra gran virtud ante el resto de seres vivos del planeta ya que no éramos ni los más rápidos ni los más fuertes. Pero en cambio, nos adaptábamos ante las nuevas circunstancias a una velocidad vertiginosa. Lo que esta sucediendo en estos momentos es histórico. Y no es mi más ni menos que un nuevo escenario al que hay que adaptarse como ya hicieron nuestros antepasados. Y cuanto antes lo hagas, mejor. Más rápido recuperaras la «normalidad» y con ella la alegría y la felicidad.
La rutina, aunque no lo parezca es de un valor incalculable. Es exactamente igual que la tristeza a la felicidad como en la gran película Inside Out (os dejo el trailer aquí). La rutina es lo que te mantiene vivo en tu día a día. Es lo que hace que las vacaciones, el tomarte un café o una copa con un amigo o ir a cenar con tu pareja al establecimiento del momento tenga sentido y sea especial.
Por eso mismo, la solución a sobrellevar este confinamiento con éxito es crear precisamente una rutina que incluya todo aquello que tenías en tu día a día de diferente manera pero adaptado a las nuevas circunstancias para que sea lo más parecido posible.
Levántate por las mañanas y haz pequeñas cosas que generen una rutina diaria. Llega agotado a las noches aunque ni siquiera salgas de casa. Aprovecha para llenar esos momentos vacíos que antes ocupaban tu trabajo con todas esas inquietudes que siempre quisiste llevar a cabo y no pudiste por falta de tiempo. Haz que tu vida, a pesar de las nuevas circunstancias merezca realmente la pena. De hecho, puede ser el momento perfecto para reinventarse.
La historia de la humanidad nos ha demostrado en más de una ocasión que aquellos seres que antes de adaptan a las nuevas situaciones, son aquellos que antes salen adelante y por consiguiente recuperan una vida plena y feliz.
Carlos Ramajo para –MiFaDeLoSu–